lunes, 7 de marzo de 2011

Relato: La Última Oportunidad

-¡¡La feriaaa,llegó la feriaaaa!!


Las calles rebosaban de gente. Los tirititeros actuaban y hacían reir a niños y no tan niños. Los comerciantes gritaban sus ofertas detrás de los puestos. Los músicos tocaban para ganarse unas monedas. Se representaban obras y epopeyas populares en un escenario de madera improvisado y más de una vez algun pícaro aprovechaba para robar entre la marea de gente.

Tarik andaba por las calles intentando esquivar a los transeúntes que le cortaban el paso. En las ferias siempre se podían encontrar gangas como armaduras, brazales y grebas si se sabía regatear. No vio nada interesante. De repente notó que le agarraban el hombro por detrás.

-¡Benditos sean los dioses, si es que existen! ¡Tarik, me alegro de verte!

-¿Quién eres tú?

-Venga hombre ¿no me reconoces?

-No


Era un hombre vestido con la armadura de Urbs. Era enorme. Tenía pelo moreno rasurado y barba.

-Eso es imposible ¿te has dado un golpe en la cabeza?

-Jajajajajaja

-¿De que te ríes?

-¿No me voy a acordar de tí? Te he reconocido cuando casi me tiras al agarrarme del hombro.

-Bastardo, no me vuelvas a hacer jamás.

-No puedo prometértelo-dijo sonriendo.

-Vamos a la taberna. Tenemos muchas cosas de que hablar. Yo invito.

Entraron en la taberna, que bullía de gente. Ralph hizo una señal al tabernero y éste les preparó una mesa, echando a unos clientes de ella. Tarik sonrió

-Trae dos cervezas-gritó Ralph mientras se sentaba-. No nos hagas esperar ¿de acuerdo?

-Si,señor.

-Veo que te ganas el respeto, capitán de la guardia-bromeó El Carnicero.

-En esta ciudad hay que tener mano dura. No sabes lo que tengo que aguantar a diario. En algo me tiene que beneficiar mi puesto.

-Vigilar Urbs no tiene que ser fácil.

-No, no lo es. Urbs es la ciudad más grande del mundo conocido, debido a que fue capital del antiguo imperio y residencia del Gran Rey. Aun así, no lo llevo muy mal.

El camarero trajo las cervezas y dos platos de estofado.

-Cortesía de la casa,señor.

-Gracias, puedes irte- el tabernero volvió a la barra.

-Pues sí que te beneficia tu posición.

-Calla y come.

-A sus órdenes-el estofado estaba muy rico,hacia mucho que no comía algo caliente.

-Cuéntame Tarik ¿A que has venido?

-A comprar equipo. El mío se está haciendo viejo.

-Ya veo ¿Y encontraste algo?

-No, no había nada interesante.

-¿Cómo te va el trabajo?-preguntó Ralph metiéndose un palillo entre los dientes.

-No hay mucho por culpa de la tregua que se ha firmado entre todos los reinos. Así que últimamente vivo de limpiar caminos de bandidos o capturando a algún forajido que se ha pasado más de la cuenta.

-Parece que a vosotros, los mercenarios, la paz no os favorece nada-dijo el jefe de la guardia riéndose.

-No te falta razón,aunque lo prefiero así-afirmó el Carnicero dando un sorbo a su cerveza.

-No te entiendo,se supone que es peor para ti.

-Hoy mientras andaba por las calles he visto a los niños correr, a la gente comprando feliz ,a los bardos cantando... Pienso que debería ser siempre así, aunque a mí me perjudique. Mi trabajo consiste en destruir todo lo que he visto hoy.

-Tarik...

-Hace mucho que no me gusta lo que hago. Estoy harto de matar gente.

-¿Y por qué sigues?

-Porque es para lo único que sirvo. Me criaron expresamente para ello. He matado desde que supe usar una espada sin ayuda. Ya sabes que el apodo de El Carnicero viene de mucho antes de hacerme mercenario.

-¿Todavía te atormenta?

-Sueño con ello cada noche.

-A ti te hace falta sentar la cabeza. Únete a la guardia de esta ciudad. Un hombre como tú nos será de gran ayuda.

-Gracias, pero creo que no sería de gran ayuda aquí.

-¿Y por qué no?

-Porque yo no tengo nada aquí Ralph. Tú tienes a tu familia, igual que tus soldados. Yo no tengo nada que defender en esta ciudad. Nada me une a ella.

-Es tu elección, que no se diga que no te lo he propuesto.

-Gracias por el ofrecimiento.

Hubo un silencio

-Bueno,va a empezar el espectáculo en la plaza y tengo que estar presente. Ya sabes, por si hay algún exaltado ¿vienes?.

-De acuerdo.

Se levantaron de la mesa. Ralph le lanzó al tabernero las monedas y una pequeña propina, la cual éste agradeció. Cuando iban a salir se dirigió a Tarik

-Por cierto

-Dime

-Tú no eres mala persona. No te atormentes por el pasado, pues pasado está.

-Gracias.



Llegaron a la plaza, donde se formó un corro enorme alrededor de unos carros llenos de jaulas. La gente parecía expectante. Tarik y Ralph se mezclaron entre la multitud. Pasados unos minutos, de uno de los carros salió un gordinflón con la cara llena de granos y una calva prominente.

-¡Habitantes de Urbs, sed bienvenidos al espectáculo de Sabin!

La gente gritaba

-!Os presento a dos ejemplares de las razas olvidadas!


De los carros salieron amarrados por el cuello y casi arrastrados por dos empleados de Sabin un elfo y un enano. Iban desnudos y con cicatrices en todo el cuerpo. Amarraron al enano de pies y manos y al elfo lo dejaron apartado.


-¿Nunca os habéis preguntado cómo sería un enano sin barba?Estáis a punto de presenciarlo, amigos míos. Que comience el espectáculo.

Los dos mismos empleados que trajeron al enano y al elfo sujetaron al enano. Sabin, cogiendo unas tijeras, empezó a cortar la barba. El enano comenzó a gritar, parecía estar blasfemando en un idioma desconocido.

-¿Por qué grita tanto?-Preguntó Ralph.

-Para los enanos la barba es sagrada-afirmó Tarik-. Cortársela sería lo mismo que si a ti te cortaran las pelotas.

-¡Por los dioses!-exclamó agarrándose lo que no quería que le cortaran.


Cuando Sabin acabó, el enano tenía la mirada perdida e incluso se le vio alguna lágrima. Mientras se lo llevaban a rastras miraba al cielo. La gente reía y reía. El Carnicero se mantenía serio.


-¡Ahora-dijo Sabin-. Vamos a ver la nueva dieta de los elfos!


Obligaron al elfo a comer los restos de la barba del enano esparcidos por el suelo. Sorprendentemente el elfo aceptó sin rechistar. Tarik le miró a los ojos, unos ojos sin vida,oscuros e inertes. Mientras comía Sabin le propinaba unos latigazos que sonaban a media milla. Cuando acabó se lo llevaron a rastras donde habían llevado al enano.

La gente seguía riendo.


¡Queridos amigos,nos vamos a tomar un descanso!


-¿Qué te pasa Tarik? ¿No te gusta el espectáculo?-preguntó extrañado Ralph.

-No demasiado.

-¿Por qué? No me digas que te da pena.

-No exactamente

-¿Entonces?

-Esas razas gobernaban estas tierras no hace mucho tiempo. Me pregunto como se puede acabar en esta situación.

-Los humanos arrasamos con sus tierras y ahora gobernamos nosotros. Es ley de vida.

-No te lo discuto. Lo que me pregunto es si en esa ley de vida entran estos espectáculos.

-No lo sé, nunca me ha dado por pensarlo. Shhhhhh calla que ya empieza.


Sabin volvió de entre los carros. Parecía que el espectáculo llegaba a su punto álgido.


-¡Amigos,os saludo nuevamente! Ahora presenciareis un combate entre enanos y elfos ¿Quién ganará?. Vamos a descubrirlo


Salieron de los carros dos elfos y dos enanos armados con unas espadas cortas. Las dos razas se pusieron frente por frente. Iban desnudos de cintura para arriba, con magulladuras en todo el torso.


-¡Que empiece el combate!


Los luchadores se quedaron inmóviles, sin alzar la vista del suelo. A la señal de uno de los elfos los dos enanos mataron a los dos empleados de Sabin, mientras que el otro elfo se dirigió hacia los carros. El elfo que hizo la señal atrapó a Sabin poniendo su espada en el cuello de su amo.


Ralph y sus guardias desenvainaron las espadas y rodearon al elfo con cautela, pues éste tenía apresado a Sabin.


-¡Como deis un paso más le corto el cuello!


Sabin estaba llorando, suplicando por su vida mientras gritaba a los guardias que hicieran caso a su esclavo. Poco a poco el elfo se dirigía y llevaba a Sabin a uno de los carros. Los enanos habían tomado el control de los carros mientras el otro elfo había liberado a algunos de sus compañeros de las jaulas. Tarik se mantuvo inmóvil, observando la situación.


-¡Elfo, déjalo ir y te dejaremos irte, tienes mi palabra!-gritó Ralph

-No me fío de los humanos. Eldrin ¡YA!


Uno de los elfos liberados lanzó un frasco que al caer expulsó una gran cantidad de humo que cegó a los guardias. El elfo aprovechó y se montó con Sabin en uno de los carros mientras los enanos iniciaban la marcha con los carros. Tras una pequeña persecución, consiguieron huir.


-¡Maldito!¡Malditos sean todos los ancestros de ese condenado elfo!

-Tranquilízate Ralph-Tarik quiso calmar a su amigo.

-¿Y tú por que no has hecho nada?

-¿Que querías que hiciera?

-Aghh...esto no va a quedar así. Voy a organizar una partida de búsqueda, tenemos que salvar a Sabin.

-Yo voy contigo.

-De acuerdo. Con esos carros no llegarán muy lejos. Mañana saldremos al alba. Puedes quedarte hoy en mi casa.

-Como quieras. Ahora intentemos descansar.




-Escaparon por la puerta sur en dirección al bosque. Con esos carros que llevaban no creo que se hayan alejado mucho.

-¿Crees que lo alcanzaremos Ralph?

-Probablemente-afirmó subiéndose al caballo. Tarik hizo lo propio.

-¿Y piensas que ese gordo calvo estará todavía vivo?

-No lo sé !Vosotros,panda de haraganes,subíos a los caballos y marchemos!

-¿Se puede confiar en tus hombres, capitán de la guardia?-bromeó.

-Son unos vagos y unos sinvergüenzas, pero pondría la mano en el fuego por ellos.

-Entonces adelante.

-Tarik...gracias por venir.

-No es nada.

-¡Vamos, al galope!


Iniciaron la marcha. Después de una hora cabalgando llegaron a un sendero rodeado por una masa de árboles, donde encontraron huellas de lo que parecían las ruedas de un carro. Eran recientes. Siguieron adelante con cautela, despacio, hasta que vieron algo espantoso.


-¡Por los Dioses!-exclamó Ralph.


Clavada en una pica se encontraba la cabeza de Sabin, mostrando el interior de su cabeza. El cuerpo estaba más adelante, desnudo y con signos de violencia. Tenía pintadas en la barriga lo que parecían letras élficas. Se bajaron de los caballos a examinar la escena.


-¡Que crueldad!-dijo el jefe de la guardia entre arcadas.

-Cuidado, este cádaver es reciente-alertó Tarik al notar la sangre todavía caliente-. Di a tus hombres que se bajen de los caballos. Esto podría ser una trampa.


A Ralph no le dio tiempo de decir nada cuando cayó una lluvia de flechas, seguida de una estampida de elfos y enanos que surgieron de alrededor del sendero. El Carnicero esquivó como pudo las flechas mientras desevainaba su espada. Acto seguido, dio un paso atrás y atravesó el pecho de uno de los elfos que le atacaban. Después dio una patada en la cara a un enano que se le abalanzaba tirándolo al suelo y clavó su espada en su corazón. Ralph estaba combatiendo duramente. Arremetió con su escudo a un elfo, partiéndole el cuello, mientras clavaba su espada en la cabeza de un enano. La mayoría de sus hombres habían caído.


De repente se oyó un grito y los enanos y los elfos pararon de luchar. Apareció un elfo de entre los árboles, parecía el mismo que había atrapado a Sabin el día anterior. Les empezó a hablar.


-No tiene sentido que sigáis luchando.

-¡Te arrancaré la cabeza orejudo, lo juro por los dioses!-gritó Ralph.

-Deja que me explique humano, después decidiremos si seguimos luchando o no.

-Grrr

-Cálmate, deja que se explique.

-Sentimos el derramamiento de sangre. No nos habéis dejado elección. Soy...Maglor, o así me llamaban mis padres. Para Sabin era el nº 13.

-Parece que teniáis la huida pensada ¿Me equivoco?-preguntó Tarik.

-No te equivocas humano. Nos llevó mucho tiempo planearlo, desde conseguir las hierbas e ingredientes para crear la bomba de humo hasta reunir el valor suficiente. Sabin era el ser más despreciable de este mundo. Nos maltrataba, nos dejaba días sin comer, nos humillaba, experimentaba con nosotros... Aquello era un infierno.

-Así que decidistéis escapar de allí.

-Efectivamente. Era eso o morir matándonos unos a otros. Cuando nos enteramos de que Sabin quería que luchásemos entre nosotros. Decidimos escapar. Eso era el colmo. ¿No hubieras hecho lo mismo humano?

-Lo hubiera hecho.

-¿Y por qué en Urbs bastardo? ¿No había mas ciudades?-preguntó Ralph visiblemente enfadado.

-Eso no fue decisión nuestra. El estreno de las luchas entre esclavos era allí.

-Cállate Ralph, no estamos en situación de insultar.

-Tampoco contaba en nuestro plan secuestrar a Sabin, pero no hubo elección.

-¿Y matarlo y mutilarlo?

-Después de lo que nos hizo,se merecía eso y más. El desgraciado seguía insultándonos mientras huíamos. No podíamos permitírselo más. En un ataque de ira lo matamos, no sin antes obligarle a hacer lo que él nos hizo hacer a nosotros durante tantos años. A todos nos cegó la ira, cada golpe que le dábamos era una liberación para nuestra alma.

-El cabrón se retorcía como un cerdo jajajajaj-afirmó uno de los enanos a carcajadas.

-Después nos armamos como pudimos. Recogimos todas las armas que pudimos en los carros y con la madera de estos árboles construimos arcos y flechas. Sabiamos que ibais a venir a por nosotros.


El elfo desenvainó su espada


-Así lo hicimos y aquí estamos. Si queréis luchar, lucharemos hasta el final. Si no, proseguiremos nuestro camino y os dejaremos en paz. Es nuestra última oportunidad, la última oportunidad de ser libres, de volver a tener lo que nos fue privado por vosotros los humanos:la libertad.

Tarik calló.

-Estamos dispuesto a morir por ella.


A una señal del elfo todos se prepararon para el combate.


-Decidid.


El jefe de la guardia desenvainó su espada pero El Carnicero lo paró.


-Déjalos Ralph, deja que se vayan.

-Tarik...

-Estamos en desventaja ¿Quieres morir?

-Grr

-Gracias por ser razonable humano-el elfo envainó su espada de nuevo.

-¿Qué vais a hacer ahora?

-No lo sé. Supongo que irnos lejos de aquí y después cada uno verá.

-Suerte

-Gracias de nuevo humano.

-Adiós


Los esclavos tomaron los carros y se pusieron en marcha. Mientras el jefe de la guardia estaba reuniendo a los hombres que habían sobrevivido.


-Ralph, es hora de irnos.

-Tienes razón. Vosotros ¡A los caballos!


Se subieron a los caballos e iniciaron la marcha. Esta vez iban a paso lento. Cuando de nuevo por el cadáver de Sabin, Tarik se dirigió a su amigo.


-¿Que hacemos con él?

-Que se lo coman los gusanos, de todas formas no me caía bien.

-A sus órdenes capitán-ironizó.


Siguieron el camino. Cuando se divisaban las puertas de la ciudad Ralph habló.


-Tarik

-Dime

-¿Por qué los dejaste ir? Los dos sabemos que tú podías con todos ellos.

-Me tienes en muy alta estima. Eran demasiados.

-Lo que tú digas

-Además, como él dijo, es su última oportunidad. Y no voy a ser yo el que impida que recuperen lo que nunca les tuvo que ser arrebatado.

-Quien te ha visto y quien te ve. El Carnicero teniendo compasión. hubo tiempo en el que esas dos palabras no eran compatibles.

-Ese tiempo pasó hace mucho.

-Ya lo veo.

-Bueno, dejemos de hablar del pasado. Vamos a la taberna,yo invito.

-Nunca diré que no a una cerveza-dijo Ralph sonriendo.




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